El corazón de la Teología es la Cristología, y la encarnación de
Jesucristo uno de sus nodos fundamentales. Vale la pena cualquier esfuerzo de
investigación y clarificación que se haga al respecto. Es un tema central, por
lo que la excentricidad de ello conlleva graves consecuencias.
Hemos escogido por título una disyuntiva que para muchos es similar,
pero analizándola más de cerca, es tan distante como el cielo de la tierra.
Veamos:
Jesucristo Encarnado:
Quizás ayuden algunas expresiones sinónimas alternativas a este punto
para ver con claridad de qué estamos hablando. Dios hecho un ser humano
auténtico, el Eterno reducido al tiempo, El Infinito a la finitud… un misterio,
sí, más no por eso deja de ser real, y no sólo real, sino el camino escogido
por Dios todopoderoso para dársenos a conocer y empatizar con nosotros en todo
hasta la resolución de todos y cada uno de nuestros problemas. Es tan
importante y fundamental este asunto que hay sentencias alarmantes en las
Sagradas Escrituras a quién trate de ensombrecer dicha realidad. Dice la
Escritura:
“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo
ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo
ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el
cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” [1]
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que
Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el
anticristo.” [2]
Empezaremos por hacer notar la palabra “confiesa” que es ὁμολογεῖ en griego en la primera cita proviene de homo: igual o similar y logos: palabra,
razón, verbo, discurso; tiene connotaciones no sólo de confesar las mismas
palabras o profesar conceptos, sino de actuar con la misma o similar razón o
actitud de fondo que el que ejecutó la acción. Por decirlo así, nos habla de
tener la misma actitud que hubo en Cristo Jesús: “Haya, pues, en vosotros este
sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz.”[3]
Es decir: Coincidir en el fondo no sólo en la forma con Cristo Jesús en su
humillación, en su encarnación. A saber: no sólo confesar sino vivir su
encarnación en y a través de nosotros en nuestro entorno.
En el segundo versículo la palabra “confiesan” ὁμολογοῦντες es ya un participio en caso nominativo que puede
traducirse como gerundio[4] y que
con lo que mencionamos en el párrafo anterior sobre sus raíces homo y logos
bien pudiéramos considerar la posibilidad de la siguiente aproximación al
sentido del texto de II Juan 1:7 sin salirnos de las implicaciones naturales de
la Escritura, aunque en forma sea una especie de paráfrasis:
“Porque
muchos engañadores han salido por el mundo (no coincidiendo ni en
espíritu ni palabra) con Jesucristo venido en carne”[5]
Parecen decir estas dos primeras citas bíblicas que, si queda alguien
fuera del rango del creer en la encarnación del Hijo de Dios, sencillamente
queda fuera del cristianismo y se convierte en un anticristo. Aclaremos pues
las cosas, no sea que por esta oscuridad o ambigüedad de creencias nos perdamos
la comunión con el Hijo de Dios y con sus hijos, y acabemos “dando coces
contra el aguijón”[6]
como Pablo, luchando contra el mismo Cristo, y por no tomar en cuenta este
asunto fundamental de la doctrina cristiana, caigamos y sigamos cayendo como muchos
en la historia, en los mismos errores que se dieron en los primeros siglos.
[1] (1Jn 4:2-3) RV
[2] (2Jn 1:7)
[3] (Flp 2:5-8)
[4] Cuando se encuentra en caso
nominativo según dice la catedrática de la UNAM Lourdes Rojas Álvarez Rojas,
Lourdes. En su libro Iniciación al Griego p. 512 No.1
[5] (2Jn 1:7)
[6] Hch. 26:14 Per
[2] (2Jn 1:7)
Excelente comentario.Muy importante la visión de la encarnación para darle realidad a nuestro caminar con el Señor y no quedarnos en el Cristianismo confesional.
ResponderEliminarGracias, Memo. El artículo continuará, Dios mediante, dentro de pocos días.
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