“La tarea docente exige seriedad, preparación científica,
preparación física, emocional y afectiva. Es una tarea que requiere de quien se
compromete con ella, el gusto especial de querer bien, no sólo a los otros sino
al propio proceso que esto implica Es imposible enseñar sin ese coraje de
querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir.
Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de
amar... Es preciso atreverse en el sentido pleno de la palabra de hablar de
amor sin temor a ser llamado blandengue o meloso, acientífico, o
anticientífico. Es preciso atreverse para decir científicamente y no
blandamente, que estudiamos, aprendemos, enseñamos y conocemos con el cuerpo
entero, con los sentimientos, con las dudas con la pasión y también con la
razón crítica.”
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