Dicen por allí que cuando la labor es en función de la misión, el trabajo es un juego, un gusto, una alegría; pero cuando la misión de vida se menosprecia y se sujeta al trabajo (generalmente por la equivocada valoración del dinero por encima de lo intangible) la vida es una frustración, un renegar constante, una carga. y aunque se trabajen horas extra la persona sólo genera enfermedad social, malestar en el hogar, y hasta violencia familiar. El trabajo, que debiera ser una alegría altamente satisfactoria se convierte en una maldición. Decía por allí el buen Facundo C. que "el que trabaja en lo que no lo gusta, aunque lo haga todo el día, es un desocupado" y sinceramente creo que va en línea con lo que estamos diciendo.
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