jueves, 19 de enero de 2017

El concepto de historia de Walter Benjamin (Cont.)



1.     EL CONCEPTO DE HISTORIA
El Concepto de la Historia de Walter Benjamin publicado en en 1942, a dos años de la muerte de su autor… Se trata de reflexiones que, en 1940, cuando las circunstancias en torno a la guerra le impelen a escribirlas, llevan a su autor a percatarse de que “las había tenido en resguardo consigo mismo, a salvo incluso de él mismo, durante unos veinte años”. Son ideas que envía por correo a su amiga Gretel Adorno, “más como un manojo de hierbas juntado en paseos pensativos”, destinado a un intercambio de ideas íntimo, “que como un conjunto de tesis” que estuviera maduro ya para la publicación y preparado así para absorber el “entusiasta malentendido” que su contenido iba a provocar necesariamente.[1]


Básicamente, W. Benjamin parece estar diciendo que no podemos seguir llamando historia a lo que hasta ahora hemos denominado como tal, porque la que conocemos es sólo la historia de los vencedores, de los dominadores, la cual ensombrece toda la parte de los vencidos, de los oprimidos, de los desheredados. La primera es un continuum perpetuado por los que ostentan el poder a través de las épocas y sus simpatizantes, basado en una idea de progreso, fallido, por cierto, puesto que representa el progreso de unos cuantos. Pero la pregunta surge. ¿cómo entonces descubrir esa otra historia oculta de los desheredados, de los pobres, de los oprimidos?
          Bueno, él, poniéndonos un ejemplo aun en el mismo estilo literario que utiliza que no sigue la secuencia lógica del continuum que utilizan la mayoría de los historiadores y los filósofos, irrumpe con estallidos literarios multidimensionales con matices poliédricos multifacéticos que nos hacen cuando menos pausar lo suficiente para dejarnos la impresión de que las cosas no son tan sencillas como aparecen en la superficie, y que si queremos realmente entender un poco más su pensamiento, implica una atención total y una reflexión profunda que toca todos nuestros fundamentos, por ejemplo:
Quienquiera haya conducido la victoria hasta el día de hoy, participa en el cortejo triunfal en el cual los dominadores actuales pasan sobre aquellos que hoy yacen en tierra. La presa, como ha sido siempre costumbre, es arrastrada en el triunfo. Se la denomina con la expresión: patrimonio cultural. Éste deberá hallar en el materialista histórico un observador distante. Puesto que todo el patrimonio cultural que él abarca con la mirada tiene irremisiblemente un origen en el cual no puede pensar sin horror. Tal patrimonio debe su origen no sólo a la fatiga de los grandes genios que lo han creado, sino también a la esclavitud sin nombre de sus contemporáneos. No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie. Y puesto que el documento de cultura no es en sí inmune a la barbarie, no lo es tampoco el proceso de la tradición, a través del cual se pasa de lo uno a lo otro. Por lo tanto, el materialista histórico se distancia en la medida de lo posible. Considera que su misión es la de pasar por la historia el cepillo a contrapelo.[2]

Eso de pasar el cepillo a contrapelo por la historia es un arte peligroso y difícil pues obliga a desmontar todo el escenario que han construido los poderosos de todas las épocas y los interesados actuales de que siga este continuum por los beneficios que les aporta. Pero este engaño colectivo se apoya en una sustentación multidisciplinaria que tiene toda una filosofía de base, historiografía seleccionada con tal propósito, un sistema educativo que trasmita la misma perspectiva por generaciones de tal manera que nada cambie para los que están en control y siempre salgan favorecidos a costa de los desamparados y destituidos. Al pasar el cepillo a contrapelo se empiezan a descubrir estos piojos.




[1] Idem.
[2] “Sección VII” en Ibid. s.p.

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