miércoles, 4 de enero de 2017

Walter Benjamin (Fragmento Introductorio)



Perseguido, sufriente, admirador de Baudelaire, precaria existencia, vida contra corriente, en una indefensión activa, provocada por él mismo… pero con un sueño mayúsculo, proponiéndolo a interlocutores aparentemente inexistentes, en la penumbra de una soledad casi tangible, incomprendido, sacando literalmente fuerza de la debilidad, contradictorio hasta en su ubicación en la vida siendo un judío de familia sionista, pero oprimido, y por lo mismo defensor de los oprimidos ¿Será que su lucha no fue en vano y sus cenizas las trajo la tempestad en que vivió hasta América Latina? Bolívar Echevarría lo describe magistralmente en la introducción que hace de su libro:
…Rasgos típicos de la sociabilidad de alguien que no está en buenos términos con el mundo y que lleva sin duda las de perder. A esto es necesario añadir sus malas relaciones con el dinero que, si bien no le impedían sistemáticamente --como a su héroe, Baudelaire-- “la disposición de las reservas”, el acceso a los objetos de la “alta cultura”, mantenían su vida en una situación de precario bienestar, de inseguridad permanente. Pero esta inadecuación con los usos de su tiempo, con las costumbres de su ciudad, que da a Benjamin la apariencia de alguien anacrónico o excéntrico, no puede verse solamente como un vuelco autodestructivo de sus pulsiones. Se diría, más allá de esto, que es el resultado necesario de una vida que, para afirmarse como tal, tiene que cumplirse contra la corriente, en medio de una propuesta difusa pero incondicional de inadecuación con las condiciones en las que debe desenvolverse. En este sentido, su indefensión es activa, no pasiva; no es una indefensión sufrida sino provocada por él mismo. Expresa una afectividad militante pero ambivalente ante una realidad global, sintetizadora de todas las realidades particulares que pueblan el horizonte de su experiencia; una realidad que él percibe a un tiempo como fascinante y amenazadora, como deseable y repulsiva, y en la que no es posible distinguir con claridad dónde termina lo uno y dónde comienza lo otro […] ahí está, en efecto, inocultable, el naufragio personal de Benjamin: su incapacidad de montar una carrera intelectual que pudiera sustentarlo “con decencia” y ahorrarle la necesidad de someterse a las incomprensiones teóricas de sus amigos mecenas; su torpeza catastrófica en el manejo de su situación de exiliado, que terminó por llevarle a la incruzable frontera de España y finalmente al suicidio. Pero el verdadero naufragio que está también ahí, del cual el suyo propio no es más que una alegoría, es para Benjamin un fracaso colectivo: el de un mundo completo, dentro de él, de una época y, dentro de ésta, de un proyecto.[1]


Tanto su persona como su obra son un enigma a descifrar por lo multifacético y contrastante, lo profundamente filosófico arropado en formas aparentemente discontinuas y abigarradas, lo auténticamente histórico de su ataque exteriormente en apariencia anti-histórico, la agudeza de su fina percepción de lo esencial y bello de la vida y su desprecio por lo que por lo exagerado le pareció “la jerga de rufianes” del lenguaje literalista y racionalista de los filósofos de su época. Es un personaje europeo que conlleva la crisis de diversas dialécticas encontradas y aún no resueltas, como la del marxismo-judaísmo, la del materialismo-mesianismo, la del racionalismo del filósofo contra la libre expresión del literato, Oriente y Occidente están en su misma sangre y cultura. Además, vive la crisis de la conflagración mundial en su época.
El comunismo deformado en capitalismo, el sionismo de su raza como proyecto para unificación de Europa, y las historias de los libertadores mesiánicos que le contó su madre en su infancia semita, hicieron en su interior un estallido de sustancias cuya proyección quizás sea un reflejo de lo que vemos en su filosofía de la historia, que será el marco de referencia para este pequeño ensayo que hemos titulado “Oportunidad Extraordinaria” en base a su expresión para referirse a la detonación del estallido interruptor (al que el en su lengua denominó: (das zeit) del continuum de la historia manipulada por los vencedores y sus simpatizantes, y con ello “rescatada” de su control.   (AFS. 2016 Continuará)


[1] “Introducción” en Benjamín, Walter, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, [Trad., Edición e Intro.de Bolivar Echeverría], México, UNAM, s.f., s.p.
http://www.bolivare.unam.mx/traducciones/Sobre%20el%20concepto%20de%20historia.pdf

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