"Carecer de infinito disminuye y limita desesperadamente. Y no se trata aquí, naturalmente,
más que de estrechez e indigencia morales. El mundo, por el contrario, no habla más que de
indigencia intelectual o estética, o de cosas indiferentes, de las cuales siempre se ocupa mas;
pues precisamente su espíritu está en dar un valor infinito a las cosas indiferentes. La
reflexión de las gentes se prende siempre a nuestras pequeñas diferencias, sin preocuparse
como correspondería de nuestra única necesidad (pues la espiritualidad consiste en
preocuparse de ella), y por tal razón no entienden nada de esa indigencia, de esa limitación
que es la pérdida del yo, perdido no porque se evapore en lo infinito, sino porque se encierra
a fondo en lo finito, y porque en lugar de un yo, no deviene más que una cifra, otro ser
humano más, una repetición más de un eterno cero.
La limitación aquí donde se desespera, es una carencia de primitivismo o consiste en que
uno se ha despojado, en que uno se ha castrado en lo espiritual." (p. 51-52)
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