sábado, 20 de junio de 2015

Se Cubrió de Velo el Cielo





Se cubrió de velo el Cielo, mientras que se hinchaba el celo,
Se llenó de grito el rito, y de ceguera la hoguera.

Pía se veía la herejía, y el hereje se hizo jefe.
Lo terrenal subió al cuadro y lo espiritual se pierde.

Se desconectó a la Fuente, y eso es rebelión mayor.
Hoy, rebelarse al rebelde es buscar reconexión.

Se cambió por rabo el cabo, por apariencia la ciencia.
Se anuló con Dios el trato y encalleció la consciencia.

Se escandalizó al sencillo, se profanó al inocente,
Se encumbró al sagaz y al pillo, y se exaltó al inconsciente.

Perdimos tuerca y tornillo, se hinchó de holganza, la panza;
A lo vil llamamos fino y a lo sensato: ignorancia.

El símbolo fue problema, el anatema, dilema,
El borreguismo el emblema, fundamentalismo: el lema.

Se salió de horma la norma y la forma se hizo dogma.
Se vulgarizó la honra y degradó la persona.

Se despojó a Dios del cetro y se le redujo a yeso,
Manipulable y vendible; pero eso sí, con un beso.

Del oro hicimos un toro, del ojo: regla y medida;
Del sexo: algo perverso, de la comida: la vida.

La piedad la hicimos cifras, y la santidad patrañas,
Cubrimos de oro los templos, y nuestro interior de arañas.

Sacerdotes tras las dotes y profetas sin macetas.
Misioneros de franquicias y apóstoles de tarjetas.

Mercaderes en la iglesia, devoradores de ovejas,
Abusadores de oficio, adúlteros, con licencia.

Todos usando el Gran Nombre para camuflar las faltas,
Ha llegado a tal la cosa, que hasta la guerra es ya santa.

Dios por su Espíritu Santo, nos mandó a sus mensajeros,
Después de ofenderlo tanto, como al Hijo, los matamos.

Rechazamos cuanto intento hizo para rescatarnos
Atestados de injusticias, de arrogancia y de engaños.

Para no vernos tan ruines, nos coloreamos de santos,
Proyectando realidades que aún nos siguen faltando.

Lo que quedaba de humano, siguió de ingenuo, ambicioso;
Se las dio de Dios, el pobre, y acabó en el calabozo.

No obstante tanta falacia, la Eternidad vino al tiempo,
Le dio muerte a nuestras faltas, en Templo de carne y hueso,

Con su muerte rasgó el velo que obstruía nuestra suerte;
Y en Él resurgimos juntos a una vida diferente.

Él es el mensaje bueno que Dios ha puesto al alcance:
Que hay esperanza de cierto para salir de este trance.

Para vivir en un plano de ayuda mutua y respeto
Cielo dentro del humano pero con los pies bien puestos.

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