Por otra parte, la Academia misma nace de
los filósofos. El Liceo, el Simposio, la Paideia griega nacen en el seno
de la filosofía. ¿Cómo, pues, se puede concebir ahora una educación sin esa
base? ¿Será este asunto como querer edificar sin fundamento? Precisamente este
es el tema que queremos tratar en este escrito con el fin de ayudarnos a
reflexionar en algo que no es muy común hacerlo, pero no por ello,
menospreciable.
Existe toda una problemática dinámica impidiendo
que se dé este proceso que tanta falta le hace al país.
El bajo ingreso y la deserción escolar, la tendencia a lo instantáneo,
inmediato, fragmentario y utilitario, la tergiversación actual de lo que vale, la
falta de concatenación y fragmentación de los saberes actuales y la enajenación
virtual que nos rodean parecieran anunciar el ocaso de la ciencia que dio a luz
a la educación.
Cabe, entonces, reflexionar en primer lugar sobre elementos
fundamentales de la filosofía, con el fin de retomar su esencia, lo que es en
sí, lo que hizo que, de alguna forma, de sus reflexiones surgieran las bases de
las civilizaciones de las diferentes culturas del mundo.
En segundo lugar, enfrentar el problema de
su devaluación actual. El menosprecio hacia las humanidades y más
específicamente hacia la filosofía, que nos ha llevado a la perspectiva actual,
donde ya es considerada de “segundo orden” por otras disciplinas.
En tercer lugar, se examinarán algunas
consideraciones presentes y que ayuden a tomar más en serio este tema vital.
Como conclusión enfocaremos la necesidad de
una revaloración. El retorno a lo esencial, a lo congruente, a lo fundamental,
al “amor a la sabiduría” con la actitud de Pitágoras, a la humildad de
Sócrates, a los principios y causas, a lo primordial, al por qué y al para qué,
al cómo, al qué, al dónde y al cuándo, pues, cómo decía Pítaco de Mitilene:
“Conoce tu momento oportuno”. ¿Quién dice que no es éste el momento de
oportunidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario