1.
¿Qué es la
filosofía?
El concepto de filosofía se atribuye a
Pitágoras, que instruía sobre el orden, las proporciones, la naturaleza y el
universo en sus diferentes planos. Hablaba de la música de las esferas, y de
las matemáticas como forma de expresión de ese orden. Cuando alguien le decía
que era un sabio, este gran hombre contestaba: «No, yo no soy un sabio,
un sofos; yo soy un filo-sofos, un amante de la
sabiduría». Nos recuerda un poco lo que decía Sócrates, cuando afirmaba que era
poco lo que sabía, y que probablemente por eso reconocía tantas cosas que
ignoraba, que era precisamente lo que le permitía aprender.[1]
Aristóteles en su Metafísica,
refiriéndose a ella, la llama:
“[…] la ciencia teórica de los primeros
principios y de las primeras causas, porque una de las causas es el bien, la
razón final […] es la única entre todas las ciencias que puede llevar el nombre
de libre. Sólo ella efectivamente depende de sí misma […] Todas las demás
ciencias tienen, es cierto, más relación con nuestras necesidades que la filosofía,
pero ninguna la supera.” [2]
Dice la Real Academia Española acerca de la filosofía:
“Conjunto de saberes que busca establecer,
de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el
conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano […] el
conocimiento profundo en ciencias, letras o artes.”
[3]
Valiéndome de una metáfora, diré que la filosofía: es
como el cimiento del edificio del conocimiento y de la inteligencia. Aunque no
se ve, el edificio entero depende de él. Si queremos ignorar dicho cimiento,
sencillamente se va a caer el edificio. Si está hecho a la ligera y sin las
especificaciones convenientes para aguantar el peso que pensamos ponerle
arriba, se cuarteará y derrumbará.
Aunque la filosofía no tenga que ver directamente con
la satisfacción de nuestras necesidades inmediatas, sí lo tiene con las
necesidades fundamentales del ser humano: como darle una idea del sentido de su
existencia y orientarlo en cuanto al conocimiento de la realidad, mostrarle las
causas y principios subyacentes a las actividades y pensamientos cotidianos;
como dice Aristóteles: “…sabios, porque saben las causas de lo que se hace…” [4]
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