domingo, 31 de julio de 2016

¿Cuáles son los Retos de la Filosofía en la Actualidad?

El día de hoy, el panorama tanto para la filosofía, como para las letras, y en general para las humanidades, se ve muy triste, si se le compara con la importancia que se les da a otras disciplinas. Sin embargo, como son saberes trascendentales, existe aún la esperanza de hacerlos resurgir, así sea desde la raíz.
La filosofía es especie en peligro de extinción dado el avasallamiento del utilitarismo actual, y es difícil, aún para el filósofo mismo, ver a profundidad la gran importancia de su propia disciplina ya que la mayor parte de las connotaciones con que la gente se refiere a ella son peyorativas y hasta degradantes.
Las letras quizás se defienden un poco más, pero la sentencia de muerte a todas las humanidades parece surcar los aires.
Como para Sócrates[1], que no aceptó callarse, seguramente el ambiente será difícil para las humanidades; pero él, dignamente, aceptó beber la injusticia contra su inocencia en su propia persona, y allí acalló el grito de la falsa sensatez de sus acusadores que llamaban crimen a una sabiduría que no alcanzaron a comprender. Con su silencio y muerte, proclamó mucho más fuerte que las palabras, a generaciones por venir, la importancia de la humildad de la verdadera filosofía a través de sus discípulos, que son pilares de la cultura occidental. Sócrates sabía que la sabiduría no le pertenecía, ni podía jactarse de ella, pues le había llegado como un regalo desde fuera a través de una mujer: Diótima,[2] y esto: no griega sino extranjera, echando por tierra toda jactancia étnica y de género tan comunes en su época; y desde dentro se decía inspirado por un Espíritu del Dios[3] que lo había comisionado a filosofar y denunciar las anomalías de su época, y estaba dispuesto a hacerlo, así le costara la vida. ¡Qué reto se le ocurrió dejarnos!
¿Será que la filosofía necesita aceptar su naturaleza paradójica[4], dialéctica y prodigiosa y no caer en el juego del sistema actual, ni en la postura insignificante que éste insiste en asignarle, dónde ella le tiene que pedir limosnas para sobrevivir, y así vivir preocupada y ocupada del pan para que no tenga ni tiempo ni pensamiento para involucrarse en las decisiones de peso tanto nacionales como internacionales?
¿Qué no es de la filosofía entender a fondo la importancia de su papel social y lanzarse a su cumplimiento? ¿Y si este movimiento de “continua reaprehensión del mundo” al que llama verdadera “revolución” Lyotard,[5] le trajera la enemistad de sus contemporáneos al sentir que tiembla la estabilidad del edificio que estamos edificando y pusiera en riesgo aún ese ínfimo sitio que le concede la actualidad? ¿Y si ve que se le mueve con ello el tapete de sus propios postulados más modernos y hasta ahora tomados como base, estará dispuesta la filosofía a cambiar postura y rumbo como han tenido que hacerlo los que lograron un cambio real en el pasado?
Aunque la docencia es un loable camino para la filosofía hacia donde aspirar, y con mucho futuro por estar allí las mentes frescas y nuevas que gobernarán el país dentro de poco, quisiera creer que no es el único camino laboral para el filósofo.
Aunque la investigación filosófica es encomiable y debido a ella los nuevos retos pueden analizarse con seriedad, ¿será también posible que necesite ponerse su producto tan rico y elaborado en términos digeribles para el grueso de la población? Quiero soñar que sí, y el reto en puerta sería sacar de las aulas las investigaciones actuales y buscar su implementación.
Quizás como un sonámbulo es considerado extraño, pues camina soñando, así sinceramente me siento yo anhelando el día cuando los “pensadores del sentido y la finalidad” que son los filósofos, ocupen el Senado a favor del pueblo, aconsejen a la Suprema Corte de Justicia, tengan voz y voto en el rediseño del Sistema Educativo en el país, escriban los artículos editoriales de los principales diarios, sean los comentaristas frecuentes de los principales medios de difusión, sean el equipo consultor que aconseje a los medios qué publicar y cómo, para no perder el rumbo de la justicia social ni el del bien común en la nación, y ya no sean utilizados para enajenar, sino para concienciar.
Añoro el día en que las letras mexicanas se llenen de filosofía limpia y pura, que el arte vuelva a la razón y no tenga que entretener para subsistir sino que haya lo suficiente para regresar a la verdadera creatividad.
Si no como gobernante directamente, sí el filósofo debería ser tomado en cuenta como consejero presidencial o gubernamental, y crearse puestos para ello en el país, en lugar de tirar la plata en diputados y senadores que cobran millonadas por dormir; creo que el país sería altamente beneficiado, con cambios así.
Aún en el ámbito de la docencia, creo yo que la filosofía debía introducirse desde la primaria al igual que los idiomas antiguos en que ha sido escrita a través de las épocas, e ir gradualmente integrándola en el plan de estudio de las secundarias y preparatorias para que la educación recupere la sal del sentido y la alegría de aprender encienda la antorcha de la ilustración que, por la forma como son tratados los maestros, no estoy tan seguro de que ya haya llegado a nuestro país, al menos no en el aspecto de la responsabilidad y la mayoría de edad de la que hablaba Kant.[6]
A mi pobre opinión, no veo por qué no podrían aspirar los filósofos a ser embajadores de México en otros países ya que poseen la sensibilidad cultural necesaria y los conocimientos de raíz de la problemática internacional.
Creo yo que uno de los retos mayores para los filósofos es renunciar a seguirse valorando con la escala del mercado que nos domina, en el sentido de que la gente parece pensar que los filósofos son “locos innecesarios”, y empezar por valorarse desde dentro con la verdad de su dignidad e importancia reales, pues quizá en sus manos esté el rescate del timón del barco del país que a corto plazo parece que quiere colisionarse con el glaciar de la ruina.
Alvaro Fernández Sánchez



[1] P.19 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.
[2] P. 244-265, 201d-212d, Los Diálogos de Platón III, El Banquete, Editorial Gredos, 1988
[3] P.19 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.

[4] Kohan, Walter, Filosofía, La paradoja de Aprender y Enseñar, Libros del Zorzal, 2008
[5] P. 27 Lyotard, Jean-Françoise, ¿Por qué Filosofar?, Paidós /I.C.E- U.A.B.
[6]  Immanuel Kant: Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784)

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