domingo, 19 de junio de 2016

"La Tentación de la Diversidad" S. KIERKEGAARD. Las Obras del Amor

“El cristianismo no es… una ingeniosa construcción intelectual, la cual resultaría difícil de entender y exigiría además una condición: una cabeza ociosa y un cerebro vacío.
El cristianismo… no ha suprimido la diversidad de la vida terrena. Esta debe continuar mientras continúe la temporalidad, y debe continuar tentando a cada ser humano que ingrese en el mundo; pues, por el hecho de ser cristiano, no ha sido cesado de la diversidad, sino que vence la tentación de la diversidad cuando se hace cristiano. Por eso, en la presunta cristiandad, las diferencias de la vida terrena tientan aún constantemente. ¡Ay!, y quizá mucho más que tentar, de suerte que el uno se engríe y el otro envidia tercamente. Ambas partes significan ciertamente una rebelión, una rebelión contra lo cristiano. Claro que no es nuestra intención fortalecer a alguno en la temeraria aberración de que solamente los poderosos y los distinguidos son los culpables; pues si los inferiores y los impotentes única y tercamente pretenden las ventajas de la vida terrena que les han sido negadas, en vez de pretender humildemente la bienaventurada equidad de lo cristiano, no cabe duda de que eso también significa que estropean su alma. El cristianismo no es ciego, ni tampoco unilateral; contempla con la calma de la eternidad todas las diversidades de la vida terrena de manera equitativa, pero no se mantiene unido discordantemente con una sola; contempla, y no sin aflicción, que el ajetreo terreno y los falsos profetas de la mundanidad quieren hacer creer, en nombre del cristianismo, esta apariencia de que meramente los poderosos pudieran haberse embelesado con respecto a la diversidad de la vida terrena, y como si el inferior tuviese justificación para poder hacer de todo con el propósito de alcanzar la igualdad, y no meramente por medio de hacerse cristiano de una forma seria y auténtica. ¿Habrá de ser este el camino por el que se llegue a la igualdad y equidad cristianas?” [1]




[1] Pags. 97-98

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