domingo, 21 de agosto de 2016

"La palabra es una distancia y a la vez una aproximación". Eduardo Nicol


"La palabra es una distancia y a la vez una aproximación. El logos humano tiende hacia la identidad pero la existencia se le ofrece como dinamicidad, como pluralidad"

martes, 9 de agosto de 2016

¿Podrá Quitarle lo Relativo de Nuestra Percepción lo Absoluto a la Verdad?



"Si  la verdad es absoluta, y  alguien cree comprenderla absolutamente, está acabado, ya nada se puede hacer y ni esperar de él; pero si alguien confunde lo relativo de su percepción de la verdad con lo absoluto de ella y la quiere enmarcar en su miopía, pues también generará falacias gestadas de premisas equivocadas, ¿no es así?".  El primer caso genera fanatismo, dogmatismo, cientificismo y otros "ismos", el segundo: relativismo, liberalismo, egoísmo y otros "sismos" creo yo". (Afs.2016)

miércoles, 3 de agosto de 2016

"Amar al Prójimo es un Trabajo Ingrato"

“Cuando te mantienes unido (ya que la unión no lo es del bien) a otros seres humanos, con un determinado rango, con una determinada condición de vida, o aunque sea meramente con tu esposa, entonces lo mundano constituye una tentación; y por más que ello no signifique gran cosa a tus ojos, te tienta proporcionalmente a la estima de la persona y quizás te tiente por su culpa. Pero cuando vas con Dios, solamente te mantienes unido a él, y en todo lo que tú entiendes sobreentiendes a Dios. Así descubres -habré de decir que para tu propio daño-, así descubres al prójimo; así Dios te obliga a que lo ames -habré de decir que, para tu propio daño, pues amar al prójimo es un trabajo ingrato-.”[1]




[1] Kierkegaard, Sören, Las Obras del Amor, Pp.105, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2006

martes, 2 de agosto de 2016

"Hitler no ha Hecho más que Darle un Rostro y un Nombre" Rougemont, Denis.

“...el movimiento que Hitler ha sabido inflamar en el siglo XX existía en potencia en el alma humana desde la formación de la primera sociedad; y existirá sin duda hasta el fin de la historia de nuestra estirpe. Hitler no ha hecho más que darle un rostro y un nombre... su obra de tentador ha consistido en privar a los individuos del sentimiento de responsabilidad moral, y por lo tanto del sentido de su culpabilidad. Fundiéndolos en una masa apasionada... suprime al Juez, suprime la culpa, les devuelve el estado de inocencia primera. Finalmente al condenar todo lo que es universal, o al menos supranacional... encierra a su pueblo en una autarquía sicológica... reduce a las masas a un estado de hipnosis... hasta la muerte, término ideal de toda pasión... Se trata pues de suprimir la idea del más allá, de la trascendencia, de integrar al propio Dios en la nación... estado totalitario... la comunidad espiritual no puede apelar a una instancia superior al Estado, porque él es quién la ha creado para sus fines... la religión política o política religiosa totalitaria ha creado el arquetipo de una comunidad regresiva, fundada en el pasado: la sangre, la raza, la tradición, los muertos... ni siquiera acepta conversiones."

“¡Vaya con Dios!”, Kierkegaard. ( No es tan sencillo).

“… Cuando se va con Dios… se ve uno obligado a ver, y a ver de una manera completamente particular. Cuando tú vas en compañía de Dios, entonces basta que veas a un solo desgraciado para que no puedas escapar a lo que el cristianismo quiere que comprendas: la igualdad humana. Ah, pero aquel que era mejor probablemente no habría osado arriesgarse a soportar esta caminata en compañía de Dios y a la impresión que produce, de manera que probablemente se sustraería, sin perjuicio de que aquella misma tarde, en aristocrática compañía, volviera a sustentar la concepción cristiana. Sí, es una marcha seria esa de ir con Dios (y sólo en tal compañía se descubre a “el prójimo”, pues Dios es la determinación inmediata) para llegar a conocer la vida y a uno mismo. Así pierden su esplendor mundano honor, poder y gloria; en compañía de Dios no podrás, mundanamente saborearlos”[1]





[1] Pag. 105 Las Obras del Amor

lunes, 1 de agosto de 2016

Sócrates, Piedra de Toque

La Apología de Sócrates[1] es un cuadro conmovedor que revela la sólida fundamentación y congruencia en la vida del famoso filósofo, que Foucault destaca desde el texto griego en la palabra “básanos” o “piedra de toque”… (piedra negra que se utiliza para probar la autenticidad del oro examinando la línea dejada sobre la piedra cuando es tocada por el oro en cuestión), que pone a prueba el grado de acuerdo entre la vida de una persona y su principio de inteligibilidad o “logos”. [2]
Dicha postura en la vida revelaba inmediatamente “la naturaleza de la relación entre logos y bios de aquellos que entran en contacto con él”[3]. Congruencia de lo interior con lo exterior.
Menciona Foucault que los griegos llamaban “Mousikos anér” o persona fiel a su inspiración (musas) a la persona que lograba armonizar su interioridad con su exterioridad y el caso de Sócrates era una armonía dórica[4] que requería el “valor” indispensable para ser el “Parresiastés”[5] que era requerido que fuera el ciudadano griego para poder participar en la “Polis” (la ciudad). Ese valor y honor eran indispensables ya que dicha congruencia había de ser probada cuando venía el riesgo que había que correr por la defensa de la verdad.
El riesgo enfrentado por Sócrates fue una constante en su vida, pero además fue subiendo de tono. Es decir que para poder ser franco con la gente y poder comunicarle como él la percibía y como ella podía tomar la responsabilidad de “cuidar de sí mismo” cada uno corrigiendo las incongruencias, sobre todo en aspectos fundamentales de sus vidas, la gente se enojaba y enemistaba con él, y a tal grado llegó el asunto que literalmente lo llevó a la sentencia de muerte, y cuando su congruencia fue probada a tal grado, escogió a favor de la congruencia y en contra de su propia vida, sellando con su muerte el testimonio de toda una vida que luchó para el bien de los demás aunque ellos no lo comprendieran así.
Esta congruencia, libertad y franqueza de Sócrates tuvo repercusiones en muchos ámbitos de la convivencia griega de aquella época, desde la confrontación personal que cada conocido de Sócrates tuvo que hacer de sí mismo entre su lógos y su bios, es decir entre su palabra y su vida al entrar en diálogo con él, hasta la parresía política que era una congruencia exigida entre el lógos y el nómos de la ley, es decir hacer que la ley coincidiera con la verdad; al campo de la retórica lo desafió a vigilar que el énfasis en la forma y en la belleza externa del discurso no le hiciera perder la verdad, a la filosofía la retó a nunca perder la humildad de la perspectiva de la infinitud de la verdad y las limitantes de la percepción de ella.
En la modernidad, cito a Foucault para darnos una idea de algunas de las implicaciones de la parresía en nuestros días: “…estas nuevas prácticas parresiásticas suponen un complejo grupo de conexiones entre el sí mismo y la verdad. [6]
¿Será que los desafíos que Sócrates nos plantea en la actualidad son innumerables? ¿Será que existe incongruencia en muchas esferas, disciplinas, posturas y actividades de la época actual como en la perorata del discurso político, religioso, mediático, educativo, el sobre énfasis en la formalidad, el trámite, la burocracia, el rito, la ceremonia, el parloteo leguleyo del abogado y el juez que cree que con que haya legalidad ya no tiene que haber justicia, el miedo a presentar posturas alternativas para que el alumno decida que pensar y que creer, la presentación de la verdad inacabada con una actitud absoluta, (que toma forma casi de dogma), de nuestros sistemas educativos, etc., etc.?
¿Será que nuestra época necesita muchos más Sócrates que no tengan mutilada la Filosofía del aspecto metafísico, que sean verdaderos “parresiastés” de la problemática actual, “básanos”, piedras de toque que muestren si de veras es oro lo que se presenta como tal?
 Alvaro Fernández Sánchez
23 de Julio de 2016





[1] Apología de Sócrates, traducción de Julio Calonge
[2] Foucault, Michel. El significado y la evolución de la palabra “Parresía” pp. 133-4
[3] Ibíd.
[4] De las cuatro clases de armonía griega era la que requería valor.
[5] La “parresía” era esa cualidad de la congruencia del habla con la autenticidad y sinceridad de una vida que tenía un basamento moral probado por la comunidad.
[6] Foucault, Michel. El significado y la evolución de la palabra “Parresía” pp. 143

domingo, 31 de julio de 2016

¿Cuáles son los Retos de la Filosofía en la Actualidad?

El día de hoy, el panorama tanto para la filosofía, como para las letras, y en general para las humanidades, se ve muy triste, si se le compara con la importancia que se les da a otras disciplinas. Sin embargo, como son saberes trascendentales, existe aún la esperanza de hacerlos resurgir, así sea desde la raíz.
La filosofía es especie en peligro de extinción dado el avasallamiento del utilitarismo actual, y es difícil, aún para el filósofo mismo, ver a profundidad la gran importancia de su propia disciplina ya que la mayor parte de las connotaciones con que la gente se refiere a ella son peyorativas y hasta degradantes.
Las letras quizás se defienden un poco más, pero la sentencia de muerte a todas las humanidades parece surcar los aires.
Como para Sócrates[1], que no aceptó callarse, seguramente el ambiente será difícil para las humanidades; pero él, dignamente, aceptó beber la injusticia contra su inocencia en su propia persona, y allí acalló el grito de la falsa sensatez de sus acusadores que llamaban crimen a una sabiduría que no alcanzaron a comprender. Con su silencio y muerte, proclamó mucho más fuerte que las palabras, a generaciones por venir, la importancia de la humildad de la verdadera filosofía a través de sus discípulos, que son pilares de la cultura occidental. Sócrates sabía que la sabiduría no le pertenecía, ni podía jactarse de ella, pues le había llegado como un regalo desde fuera a través de una mujer: Diótima,[2] y esto: no griega sino extranjera, echando por tierra toda jactancia étnica y de género tan comunes en su época; y desde dentro se decía inspirado por un Espíritu del Dios[3] que lo había comisionado a filosofar y denunciar las anomalías de su época, y estaba dispuesto a hacerlo, así le costara la vida. ¡Qué reto se le ocurrió dejarnos!
¿Será que la filosofía necesita aceptar su naturaleza paradójica[4], dialéctica y prodigiosa y no caer en el juego del sistema actual, ni en la postura insignificante que éste insiste en asignarle, dónde ella le tiene que pedir limosnas para sobrevivir, y así vivir preocupada y ocupada del pan para que no tenga ni tiempo ni pensamiento para involucrarse en las decisiones de peso tanto nacionales como internacionales?
¿Qué no es de la filosofía entender a fondo la importancia de su papel social y lanzarse a su cumplimiento? ¿Y si este movimiento de “continua reaprehensión del mundo” al que llama verdadera “revolución” Lyotard,[5] le trajera la enemistad de sus contemporáneos al sentir que tiembla la estabilidad del edificio que estamos edificando y pusiera en riesgo aún ese ínfimo sitio que le concede la actualidad? ¿Y si ve que se le mueve con ello el tapete de sus propios postulados más modernos y hasta ahora tomados como base, estará dispuesta la filosofía a cambiar postura y rumbo como han tenido que hacerlo los que lograron un cambio real en el pasado?
Aunque la docencia es un loable camino para la filosofía hacia donde aspirar, y con mucho futuro por estar allí las mentes frescas y nuevas que gobernarán el país dentro de poco, quisiera creer que no es el único camino laboral para el filósofo.
Aunque la investigación filosófica es encomiable y debido a ella los nuevos retos pueden analizarse con seriedad, ¿será también posible que necesite ponerse su producto tan rico y elaborado en términos digeribles para el grueso de la población? Quiero soñar que sí, y el reto en puerta sería sacar de las aulas las investigaciones actuales y buscar su implementación.
Quizás como un sonámbulo es considerado extraño, pues camina soñando, así sinceramente me siento yo anhelando el día cuando los “pensadores del sentido y la finalidad” que son los filósofos, ocupen el Senado a favor del pueblo, aconsejen a la Suprema Corte de Justicia, tengan voz y voto en el rediseño del Sistema Educativo en el país, escriban los artículos editoriales de los principales diarios, sean los comentaristas frecuentes de los principales medios de difusión, sean el equipo consultor que aconseje a los medios qué publicar y cómo, para no perder el rumbo de la justicia social ni el del bien común en la nación, y ya no sean utilizados para enajenar, sino para concienciar.
Añoro el día en que las letras mexicanas se llenen de filosofía limpia y pura, que el arte vuelva a la razón y no tenga que entretener para subsistir sino que haya lo suficiente para regresar a la verdadera creatividad.
Si no como gobernante directamente, sí el filósofo debería ser tomado en cuenta como consejero presidencial o gubernamental, y crearse puestos para ello en el país, en lugar de tirar la plata en diputados y senadores que cobran millonadas por dormir; creo que el país sería altamente beneficiado, con cambios así.
Aún en el ámbito de la docencia, creo yo que la filosofía debía introducirse desde la primaria al igual que los idiomas antiguos en que ha sido escrita a través de las épocas, e ir gradualmente integrándola en el plan de estudio de las secundarias y preparatorias para que la educación recupere la sal del sentido y la alegría de aprender encienda la antorcha de la ilustración que, por la forma como son tratados los maestros, no estoy tan seguro de que ya haya llegado a nuestro país, al menos no en el aspecto de la responsabilidad y la mayoría de edad de la que hablaba Kant.[6]
A mi pobre opinión, no veo por qué no podrían aspirar los filósofos a ser embajadores de México en otros países ya que poseen la sensibilidad cultural necesaria y los conocimientos de raíz de la problemática internacional.
Creo yo que uno de los retos mayores para los filósofos es renunciar a seguirse valorando con la escala del mercado que nos domina, en el sentido de que la gente parece pensar que los filósofos son “locos innecesarios”, y empezar por valorarse desde dentro con la verdad de su dignidad e importancia reales, pues quizá en sus manos esté el rescate del timón del barco del país que a corto plazo parece que quiere colisionarse con el glaciar de la ruina.
Alvaro Fernández Sánchez



[1] P.19 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.
[2] P. 244-265, 201d-212d, Los Diálogos de Platón III, El Banquete, Editorial Gredos, 1988
[3] P.19 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.

[4] Kohan, Walter, Filosofía, La paradoja de Aprender y Enseñar, Libros del Zorzal, 2008
[5] P. 27 Lyotard, Jean-Françoise, ¿Por qué Filosofar?, Paidós /I.C.E- U.A.B.
[6]  Immanuel Kant: Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784)

jueves, 21 de julio de 2016

Responsabilidad de Saber. Reflexión personal en torno al ensayo de Kant ¿Qué es la Ilustración?


Immanuel Kant: 
Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784) 



Al acceder al conocimiento, el ser humano corre el riesgo de mal-utilizarlo en relación con sus semejantes al no respetar las proporciones de los elementos que lo mantienen en equilibrio y propiciar así el exceso y el abuso. Lo que ocurre con el saber de la época de la ilustración es un ejemplo de cómo se puede perder el propósito de algo al grado que puede producir el efecto precisamente opuesto, es decir que, buscando la emancipación personal de tutores en todos los campos, por olvidar la responsabilidad de saber, cae en el mismo error que procuraba evitar utilizando el saber como bandera para esclavizar a otros, cuando su objetivo era precisamente la emancipación.
Desde 1784 había dicho Kant en su ensayo ¿Qué es la ilustración?:
“Ilustración es la salida del hombre de su inmadurez autoimpuesta. Inmadurez es la incapacidad de emplear el entendimiento propio sin la guía de otro. Él mismo es responsable de esa inmadurez, cuando la propia causa no radica en la falta de entendimiento, sino de resolución y coraje para usar por sí mismo del suyo sin la guía de otro. Sapere aude! [‘¡Atrévete a saber’, Horacio,Epistulæ, II, 2, 40]. ¡Ten el coraje de usar de tu propio entendimiento! es también la divisa de la Ilustración”
 “El término alemán constituye un deverbal de aufklären, que a su vez es un compuesto del adjetivo klar, ‘claro, brillante, transparente’, y, en el lenguaje marinero, ‘listo, preparado’ (klar zum Gefecht, ‘listo para el combate’; klar zur Landung, ‘listo para el desembarco’)”. [1]
Da la impresión de poner el énfasis no sólo en atreverse a saber, sino en prepararse con ello para la emancipación, para luchar, para brillar, para alumbrar a otros también.
Lo que dice enseguida es aún más contundente:
“La pereza y la cobardía son las causas de que una gran parte de los hombres permanezca, gustosamente, en minoría de edad[2] a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes):[3] y por eso es tan fácil para otros erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc, entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligrosos para la mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo). Después de haber entontecido a sus animales domésticos, y procurar cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no puedan atreverse a dar un paso sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el peligro que les amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que este peligro no es tan grande, pues ellos aprenderían a caminar solo después de cuantas caídas: sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por lo general, les hace desistir de todo intento.
Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su propio entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y formulas, instrumentos mecánicos de uso racional -o más bien abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daría un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y proseguir, sin embargo, con paso seguro”. [4]
En general vemos que un alto porcentaje de los humanos escogemos mal utilizar los conocimientos cegándonos con ellos en lugar de alumbrarnos. Como ejemplos de ello podemos ver el énfasis en lo científico que lleva naciones enteras a desarrollar armas cada vez más sofisticadas que acaben autodestruyendo el planeta. ¿Cómo podemos llamar a esto ilustración? ¿Cómo en el nombre de la educación se automatiza cada vez más al ser humano al grado que el mejor profesionista es ahora el que no tiene tiempo ni para desarrollar una vida familiar ni social naturales? ¿Cómo ya casi no hay lugar para las humanidades en las universidades si es a raíz de las primeras que aparecieron las segundas? ¿Qué iluminación es ésta que nos lleva a escoger los candidatos menos capacitados para gobernarnos? ¿Cómo a estas alturas tenemos la necesidad de que nos sigan marcando la pauta los tutores extranjeros? ¿Por qué como hijos de padres divorciados el avance de la modernidad no ha logrado la armonía social entre estado e iglesia sin la dominación, anulación o exterminación de alguno de los dos; con el perjuicio a la gente que esto conlleva ya que ambos atienden aspectos distintos de la necesidad humana? ¿Cómo es ilustración el exterminio? ¿Cómo una sociedad que se considera civilizada como la nuestra llegó a una valoración tal de sus ilustradores por excelencia que son los maestros a considerarlos los dignos de menores remuneraciones por su trabajo, y más aún a querer reducirlos aún? ¿Cómo nuestro sistema educativo presenta teorías como dogmas sin siquiera dar opción a que el alumno examine las varias propuestas y él sea el que piense por sí mismo decidiendo lo que es correcto?
¿Por qué hay tan poco apoyo a las artes y tan poca remuneración para los artistas si en verdad se ha llegado a valorar la ilustración? ¿Por qué se desperdician la experiencias de tantos de maestros jubilados dejándolos que se marchiten aislados en lugar de ofrecerles alternativas de participación en el rediseño de una verdadera reforma educativa en México valorando su aportación con justas remuneraciones, si realmente somos gente ilustrada?
Estas, y muchas preguntas más surgen en mi mente al analizar los elementos que toca Kant en su ensayo ¿Qué es la Ilustración? Tratando de aplicarlo a nuestra actualidad.



[1] Ensayo “¿Qué es la Ilustración? Emanuel Kant, Centro Virtual Cervantes, Rinconete, compilado por Alberto Montaner el 2 de febrero de 2016 http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/febrero_16/02022016_01.htm
[2]  El término Unmündigkeit se presta a varias traducciones en castellano, pero todas ellas hacen referencia a una cierta "inmadurez" de quien predica tal término. Lo hemos traducido por "minoría de edad", conservando así según nuestra opinión, toda la carga semántica que tiene el término en alemán. Sin embargo, en otros contextos hemos preferido las palabras "dependencia"; o "no emancipación". Por el contrario, el término Mündigkeit , que traducimos por "mayoría de edad" por seguir con le metáfora kantiana, podría traducirse en todos los casos por "emancipación".
[3]  Del latín, mayor de edad por naturaleza (físicamente), mientras que intelectualmente continúa siendo menor de edad.
[4] Immanuel Kant: Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784)

miércoles, 20 de julio de 2016

The Awesomeness of His Majestic Presence. Alvaro Fernández S.

“Some of the Pharisees asked Jesus, "When will God's kingdom come?" Jesus answered, "God's kingdom is coming, but not in a way that you can see it. People will not say, 'Look, God's kingdom is here!' or 'There it is!' No, God's kingdom is here with you."[1]
But sure enough, they could not see it, it was veiled with human flesh in front of their own eyes. The kingdom of God is not a physical place, although it occupies one, nor is it an imaginary country, but a higher realm of reality, imperceptible to the natural man but most assuredly apprehensible through God’s appointed means and terms.
The “kingdom of God” refers rather to the realm of his kingship, the majesty of his sovereignty, the absoluteness of his undisputable authority; the plenteousness of God’s personal diversity and the plethora of His unity, the exuberance of His torrential love, the magnificence of His benevolence, the splendor of His vigorous, harmonious and congruent character, the extreme beauty of His freely chosen righteousness, the splendid brilliance of His illustriousness, the profound acuteness and humble disposition of His wisdom,  The palpitating synergy and melodious symphony of the ever-emerging creativity of His artisan-ship, The awesomeness of His majestic presence, the splendorous glory of His dignity and impressing demeanor of the King of the universe, the astonishing sphere of His unique omnipotence, the breathtaking wonder of His respectful rule, The mysterious paradox of His sublime meekness, the unexpected dimension of His ever present spirituality, the honorable comportment of His astounding incarnation, the ingenious hiddenness of all of this, behind the human who was before their eyes and whose name was Jesus, God’s ambassador dressed in poverty, with no human license of any sort to prove what he would say, no army to protect him or prove he was the One. Simple folks would believe him, but who from the high class would dare to risk position for the sake of identifying with this simple carpenter, unique communicator who would enlighten and give meaning to every facet of life with his Word, but whose own brothers would not believe in Him; controversial Messenger from Heaven clothed with real earth, easy to despise, deny or ignore because of his unleavened humanity as real as any other.
How can you guess or look through him the glory of the otherness and hiddenness of God we have just described?
What is then necessary, -I suppose some humble ones from the multitude would have asked-, to enter and belong to this kingdom of God, to see behind the veil and actually to dwell there?
This is the very question that Nicodemus, a prominent Pharisee, thought; (and many of us have probably asked in our lives at least once), coming one night to Jesus, trying for no one to notice. Jesus answered: from heaven above you must be borne, not from flesh, nor from blood, but from God must you be borne.[2] Unto others both John the Baptist [3] and Jesus himself would preach: “Repent: for the kingdom of heaven is at hand”. [4]
Unfortunately, the word repent does not seem to carry the full meaning of the Greek word it translates which is “meta-noia” that not only means a change of mind but also to transcend it, since the word meta also means beyond, as you can see in the word metaphysics which means beyond physics. So Nicodemus and the rest of us unto whom God’s Kingdom is presented to be at hand, must not only change the natural way of looking at reality but also transcend it by faith and thus enter into God´s dwelling place as new born babes in filial relationship to the living, awesome, powerful God of the Universe trough Jesus Christ his eternal Son. Could not this be  what entering into God’s Kingdom mean.





[1] (Luc 17:19-21)

[2] My paraphrasis of John 3:3-8
[3] Mat 3:2
[4] Mt. 4:17

¿Qué es la Ilustración? Kant

IMMANUEL KANT 

Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración? (1784)

 La ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. 1 La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la ilustración. La pereza y la cobardía con las causas de que una gran parte de los hombres permanezca, gustosamente, en minoría de edad a lo largo de la vida, a pesar de que hace ya tiempo la naturaleza los liberó de dirección ajena (naturaliter majorennes)2 : y por eso es tan fácil para otros erigirse en sus tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc, entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea. Aquellos tutores que tan bondadosamente han tomado sobre sí la tarea de supervisión se encargan ya de que el paso hacia la mayoría de edad, además de ser difícil, sea considerado peligrosos para la mayoría de los hombres (y entre ellos todo el bello sexo). Después de haber entontecido a sus animales domésticos, y procurar cuidadosamente que estas pacíficas criaturas no pueda atreverse a dar un paso sin las andaderas en que han sido encerrados, les muestran el peligro que les amenaza si intentan caminar solos. Lo cierto es que este peligro no es tan grande, pues ellos aprendería a caminar solo después de cuantas caídas: sin embargo, un ejemplo de tal naturaleza les asusta y, por lo general, les hace desistir de todo intento. Por tanto, es difícil para todo individuo lograr salir de esa minoría de edad, casi convertida ya en naturaleza suya. Incluso le ha tomado afición y se siente realmente incapaz de valerse de su propio entendimiento, porque nunca se le ha dejado hacer dicho ensayo. Principios y formulas, instrumentos mecánicos de uso racional -o más bien abuso- de sus dotes naturales, son los grilletes de una permanente minoría de edad. Quien se desprendiera de ellos apenas daría un salto inseguro para salvar la más pequeña zanja, porque no está habituado a tales movimientos libres. Por eso, pocos son los que, por esfuerzo del propio espíritu, han conseguido salir de esa minoría de edad y proseguir, sin embargo, con paso seguro.



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1 El término Unmündigkeit se presta a varias traducciones en castellano, pero todas ellas hacen referencia a una cierta "inmadurez" de quien predica la término. Lo hemos traducido por "minoría de edad", conservando así según nuestra opinión, toda la carga semántica que tiene el término en alemán. Sin embargo, en otros contextos hemos preferido las palabras "dependencia"; o "no emancipación". Por el contrario, el término Mündigkeit , que traducimos por "mayoría de edad" por seguir con le metáfora kantiana, podría traducirse en todos los casos por "emancipación". 2 Del latín, mayor de edad por naturaleza (físicamente), mientras que intelectualmente continúa siendo menor de edad.

Fuente: https://geografiaunal.files.wordpress.com/2013/01/kant_ilustracion.pdf
Compilación: Felipe González - País Global

lunes, 18 de julio de 2016

Directores de Inconsciencia Colectiva"

“Antaño los hombres pedían directores de conciencia. Pero la desdicha de los tiempos y el sentimiento de impotencia que experimentan los individuos de nuestro mundo desmesurado, hacen que hoy pidan y se den directores de inconsciencia colectiva”. (p.46; La Pte. del Diablo, D. de Rougemont)

"Nuestro desorden íntimo nos entrega... al nuevo orden de los totalitarios"

“El gigantismo moderno priva a los hombres de la posibilidad de ser y de sentirse responsables en la sociedad y en la política, y en consecuencia de ser libres… nuestro desorden íntimo nos entrega, pues, necesaria e infaliblemente al “nuevo orden” de los totalitarios… mi respuesta es que sólo puede haber un orden sólido y liberal en las pequeñas comunidades, en las ciudades que conservan la medida humana”.


(Reflexiones que hace el autor Denis de Rougemont 40 años después de haber escrito el libro la Parte del Diablo).

domingo, 10 de julio de 2016

"Un bien y un mal no relativos a nuestras ideas... instinto... o interés momentáneo"



"Tenemos que descubrir el absoluto de un bien y de un mal no relativos a nuestras ideas morales, a las sugestiones a veces cegadoras del instinto o a las coacciones del interés momentáneo"





De Rougemont, Denis, La Parte del Diablo p.142, Planeta.


jueves, 7 de julio de 2016

Tercera Apología de Sócrates

“Habiendo sido condenado a muerte, Sócrates dirige a sus jueces la siguiente alocución
… Lo que me ha faltado para librarme no han sido discursos, sino la audacia, la desvergüenza, la cobardía de haceros oír lo que os hubiera sido más agradable; es decir, el ver a Sócrates llorando, gimiendo, haciendo y exclamando cosas indignas de mí; en una palabra, todo lo que estáis habituados a oír a otros acusados.
Hay muchos medios de escapar de la muerte. Pero no olvidéis, jueces, que lo verdaderamente difícil no es el escapar de la muerte, sino el escaparse de obrar mal… Si la muerte es, en efecto, el tránsito de un lugar a otro, si es cierto que allí, como dicen, se reúnen todos los que murieron, ¿podríamos imaginar algo mejor? Tengo por evidente que lo mejor para mí es morir y librarme de este momento de toda pena.
No obstante, y a pesar de ello, tan solo una cosa les pido: cuando mis hijos sean ya hombres, castigadles atormentándoles como yo os atormentaba a vosotros en cuanto creáis advertir que se preocupan del dinero o de cualquier cosa que no sea la virtud. Y si se atribuyen méritos que no tienen    , morigeradlos (corregidlos, mesuradlos), como yo os morigeraba a vosotros…” [1]



[1] P.24-26 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.      

miércoles, 6 de julio de 2016

2a. Apología de Sócrates

… “Estoy convencido de que a nadie perjudico voluntariamente. Pero también veo que no consigo convenceros… ¿qué tengo que temer? Pagar una multa, he dicho ya que carezco de recursos, y que, por lo tanto, no podría satisfacerla… mis conciudadanos, no habéis podido soportar mis consejos y mis propósitos; si de tal modo os han importunado e irritado que procuráis por los medios que están a vuestro alcance liberaros de ello.
¡Y qué vergüenza, y qué miseria para un hombre de mi edad el dejar mi patria para ir sin cesar de una en otra ciudad siendo arrojado de todas partes!
Porque estoy seguro de que allí donde fuese, los jóvenes vendrían a escucharme, como aquí.
Y claro que a más de uno se le ocurriría decirme: “Pero Sócrates, ¿es que no puedes librarnos de tu presencia retirándote a vivir tranquilo y sin meterte en discutir como acostumbras?” ¡Ah!, precisamente esto es lo que me sería más difícil de haceros comprender a muchos de vosotros.
Claro, que, si tuviese dinero, ofrecería pagar lo que me fuese fácil cumplir, pues esto en nada me perjudicaría. Pero qué hemos de hacerle si no lo tengo. A no ser que consintáis en reducir esta multa a mis posibilidades.”[1]





[1] P.21-23 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.      

Apología de Sócrates

“Sócrates… te vamos a declarar inculpable –dijeron los jueces-, pero con una condición, que no vuelvas a emplear tu tiempo en examinar, cuál has hecho hasta ahora, a las gentes, ni en filosofar. De otro modo morirás.
-Pues bien- respondió Sócrates-, si trataseis de imponerme esta condición yo os replicaría: muy reconocido os estoy y muchos os estimo, pero antes obedeceré al Dios que a vosotros. Mientras me quede pues un soplo de vida, mientras sea capaz de ello, estad seguros de que no cesaré de filosofar, de exhortaros y de hacer reflexionar a todo aquel de vosotros que se cruce en mi camino.”[1]





[1] P.19 Los Diálogos de Platón, Edit. Época S.A. de C.V.  

miércoles, 29 de junio de 2016

"El Vuelo Pegado a la Tierra, Humilde y Difícil, de la Abnegación". KIERKEGAARD Sören, Las Obras del Amor. Ediciones Sígueme Pags. 111-114

“Amar al prójimo significa esencialmente querer existir por igual para cada ser humano incondicionalmente, permaneciendo en la diversidad terrena propia que a uno le ha sido asignada. Es soberbia y presunción querer existir única y manifiestamente para otros seres humanos según la preeminencia de la propia diversidad terrena; pero la invención sagaz de no querer en absoluto existir para otros, con el fin de gozar secretamente en unión con sus iguales las ventajas de la diversidad propia, es soberbia cobarde. En ambos frentes hay discordia; pero quien ama al prójimo está en paz. Está en paz por contentarse con la diversidad que se le ha asignado en la vida terrena, sea la de la distinción o sea la inferioridad, y por lo demás deja que cada diversidad de la vida terrena siga en pie y valga por lo que ha de valer legítimamente aquí en esta vida; pues «no codiciarás lo que es del prójimo, ni a su mujer, ni a su asno»[1], y consiguientemente tampoco la preeminencia que se le ha concedido en la vida; si a ti te ha sido negada, tendrás con todo que alegrarte de que a él se le haya concedido. De esta manera está en paz el que ama al prójimo, no evita cobardemente al más poderoso que él, sino que ama al prójimo, así como tampoco, dándose tono, al que es inferior, sino que ama al prójimo, y esencialmente desea existir por igual para todos los seres humanos, sea o no de hecho realmente conocido por muchos de ellos. Tiene innegablemente una considerable envergadura de alas, mas no se trata de un vuelo orgulloso que sobrevuela el mundo, sino que es el vuelo pegado a la tierra, humilde y difícil, de la abnegación.

Es mucho más fácil y mucho más cómodo el deslizarse a través de la vida, si se es un distinguido, viviendo en un retiro más distinguido, o bien, si se es un inferior, viviendo en una tranquilidad desapercibida, y puede incluso parecer, por muy extraño que ello sea, que mediante esta forma de vida escurridiza se haría más, precisamente porque uno se expondría a mucho menor resistencia. Pero por muy agradable que para la carne y la sangre sea eludir la resistencia, ¿será ello también consolador a la hora de la muerte? A la hora de la muerte la única cosa consoladora será el no haberla eludido, sino haberla soportado. No está en el poder del ser humano lo que ha o no ha de llevar a cabo, no es él quien ha de conducir el mundo; la sola y única cosa que tiene que hacer es obedecer. Lo que primero y principalmente tiene que hacer cada cual (en lugar de preguntarse qué posición le resultará más cómoda, qué unión le será más ventajosa) es situarse él mismo en el punto donde la providencia pueda servirse de él, si es que así le place a la providencia. Este punto es cabalmente el amor al prójimo, o bien existir esencialmente por igual para cada ser humano. Cualquier otro punto significa discordia, por muy ventajosa y cómoda y aparentemente significativa que pueda ser esta posición; la providencia no puede servirse del que se ha situado ahí, ya que precisamente se ha rebelado contra la providencia. Mas quien adoptó aquella acertada posición inadvertida, aquella menospreciada y rehusada, sin aferrarse a su diversidad terrena, sin mantenerse unido a un solo ser humano, existiendo esencialmente por igual para cada ser humano, él, aunque aparentemente no haya llevado a cabo nada, aunque no haya sido expuesto al escarnio de los inferiores o a la burla de los distinguidos, o al escarnio y la burla de ambos, se atreverá sin embargo a decirle a la hora de la muerte a su alma consoladoramente: «Yo he hecho lo mío; no sé si he llevado a cabo algo, no sé si he beneficiado a alguien, pero sí sé que he existido para ellos, y lo sé porque me escarnecieron. Y éste es mi consuelo: que no me llevaré conmigo a la tumba el secreto de que yo, para pasar días buenos e imperturbados y cómodos en la vida, haya renegado del parentesco con los demás seres humanos, ni con los de humilde condición, para vivir en una distinguida reserva, ni con los distinguidos, para vivir en oculta inadvertencia». Deja ahora que quien mediante la unión y no existiendo para todos los seres humanos, llevó a cabo mucho, tenga buen cuidado para que la muerte no le cambie su vida, cuando le recuerde su responsabilidad. Porque quien hizo lo que era suyo llamando la atención de los seres humanos, bien de los inferiores, bien de los distinguidos; quien instruyendo, actuando, afanándose, existió para todos por igual, no tiene responsabilidad alguna, por más que los seres humanos manifestaran al perseguirlo que se habían dado cuenta; él no tiene responsabilidad alguna, e incluso ha beneficiado, ya que la condición para sacar algún provecho es siempre y ante todo el darse cuenta. 

Pero quien cobardemente sólo existió dentro del muro de la unión, por muchísimo que llevara a cabo y por muchas ventajas que ganara; quien cobardemente no se atrevió a llamar la atención de los seres humanos, ni de los inferiores ni de los distinguidos, porque tenía el presentimiento de que la atención de los seres humanos es un bien ambiguo cuando, en efecto, se tiene que comunicar algo verdadero; quien cobardemente garantizó su celebrada actividad por medio de la estima personal cargará con la responsabilidad de no haber amado al prójimo. Si alguien semejante dijera: «Sí, ¿de qué puede servir establecer uno su vida según medida semejante?», entonces yo respondería: ¿para qué crees tú que puede servir esta excusa en la eternidad? Pues el mandamiento de la eternidad es infinitamente superior a cualquier excusa, por ingeniosa que sea. Entre aquellos que la providencia empleó como instrumentos al servicio de la verdad (y no olvidemos que todo ser humano debe y ha de atreverse a serlo, o al menos debe organizar su vida de tal manera que pudiera serlo), no habrá además ni uno solo que haya organizado su vida de otro modo que no fuera el de existir por igual para cada ser humano. Y ninguno de ellos se mantuvo unido jamás con los inferiores, ni jamás se mantuvo unido con los distinguidos, sino que existió por igual para el distinguido y para el más insignificante. Verdaderamente sólo amando al prójimo puede un ser humano realizar lo supremo; ya que lo supremo consiste en poder ser un instrumento en manos de la providencia. Pero, según quedó dicho, todo el que se ha situado en algún otro punto, todo el que forma partido y unidad, está en el partido o en la unidad, conduce por cuenta propia, y aunque transformara el mundo, todo lo que ha realizado sería una alucinación. Tampoco le proporcionará gran alegría en la eternidad, pues muy posiblemente la providencia lo utilizó, pero ¡ay!, no lo habrá utilizado como instrumento; fue un voluntarioso, un sabihondo, y el afán de alguien semejante también lo utiliza la providencia, llevándose su penoso trabajo y privándole de su paga[2]. Por muy ridículo, retrasado e inadecuado que pueda parecerle al mundo amar al prójimo, es sin embargo lo supremo que un ser humano consigue llevar a cabo. Y tampoco lo supremo ha encajado nunca totalmente en las circunstancias de la vida terrena: es al mismo tiempo muy poco y demasiado.”[3]





[1] Éxodo 2017
[2] Mateo 6: 2 y 5
[3] KIERKEGAARD, Sören, Las Obras del Amor. Ediciones Sígueme Pags. 111-114 

sábado, 25 de junio de 2016

"La Diversidad de la Inferioridad" KIERKEGAARD

"Pensemos ahora en la diversidad de la inferioridad. Han pasado ya los tiempos en que, aquellos a quienes se llama los inferiores, no tenían representación alguna de sí mismos; o bien la representación de ser siervos, no meramente seres humanos de humilde condición, sino en realidad ni siquiera de seres humanos. Aquella salvaje rebelión y el espanto que siguió a aquel espanto, quizá hayan pasado también, ¿y acaso por eso la corrupción no podrá vivir oculta en un ser humano? Así, la inferioridad corrupta aleccionará al inferior para que, en el poderoso y el distinguido, en cualquiera que se encuentre favorecido por una preeminencia, vea a su enemigo. Pero esto significa precaución, puesto que estos enemigos todavía tienen tanto poder que fácilmente podría resultar peligroso el romper con ellos. Por eso la corrupción no enseñará al inferior a rebelarse, ni tampoco a negar toda deferencia, ni tampoco a que deje manifestarse el secreto; sino que le enseñará que hay que hacerlo y, sin embargo, no hacerlo; hacerlo, pero de tal manera que el poderoso no obtenga contento alguno por ello, sin que con todo pueda decir que se le niega. Por eso en el mismo homenaje ha de haber una porfía maliciosa, capaz de amargar ocultamente; una mala gana, que de manera oculta dice no a lo que la boca reconoce; como una inso- noridad de la envidia recalcitrante en el júbilo que honra al poderoso. No ha de emplearse fuerza alguna, podría ser peligroso; no ha de llegar ruptura alguna, podría ser peligroso; basta con el secreto de una oculta exasperación, un abatimiento penoso lejanamente vislumbrado, para hacer del poder y el honor y la excelencia una molestia para el poderoso, el glorioso y el excelente, quien, sin embargo, no podría encontrar nada concreto de lo que quejarse; pues ahí precisamente pinchan el arte y el secreto. Y si hubiera un inferior en cuyo corazón no entrara el secreto de esta envidia y tampoco permitiera que la corrupción le dominara desde fuera; un inferior que, sin cobarde sumisión, sin temor a los seres humanos, modestamente y, sobre todo, con alegría, diera a cada preeminencia de la vida terrena lo que es suyo, más feliz y dichoso dando de lo que quizá lo esté en muchas ocasiones o pueda estarlo el que va a recibir, en ese caso también aquel habría de descubrir ese doble peligro. Sus iguales probablemente lo rechazarían como a un traidor, lo menospreciarían por su mentalidad servil, ay, y los favorecidos tal vez lo malentenderían y se mofarían de él como de un arrimado. Y así como en el caso anterior hubo de estimarse que era demasiado bajo para el distinguido amar al prójimo, así ahora quizá hubiera de estimarse que es demasiado presuntuoso para el de condición humilde amar al prójimo. Tan arriesgado es querer amar al prójimo. Porque en el mundo hay la suficiente diversidad: dentro de la temporalidad se encuentra diversidad por todas partes, que no es cabalmente otra cosa que lo diverso, lo vario. Quizá también un ser humano, precisamente en virtud de su diversidad, podría lograr entenderse tan bien con todas las diversidades en un convenio favorable y dócil, que rebajara un poco de un sitio para exigir un poco de otro sitio. Pero la equidad de la eternidad de querer amar al prójimo es algo que parece al mismo tiempo muy poco y demasiado, y por eso mismo es como si este amor al prójimo no encajara exactamente en las circunstancias de la vida terrena."[1]




[1] Pags. 107-109 Las Obras del Amor, KIEKEGAARD, Sören. Ediciones Sígueme