viernes, 26 de febrero de 2016

KIERKEGAARD, Sören. Las Obras del Amor.



"Si la infatuada sagacidad, que se jacta de no dejarse engañar, tuviese razón cuando afirma que no debe creerse nada que no se vea con los ojos de la carne, entonces en lo que primeramente habría que dejar de creer sería en el amor. Y si se hiciese tal cosa, precisamente por el temor a ser engañado, ¿acaso no estaría uno engañado? Pues de seguro hay muchas maneras de ser engañado: uno puede ser engañado creyendo lo falso, pero también puede muy bien ser engañado no creyendo lo verdadero; a uno le pueden engañar las apariencias, pero también es engañado por esa apariencia de sagacidad, esa halagüeña presunción que se considera completamente asegurada contra todo engaño. 


Y ¿cuál de esos engaños es el más peligroso? ¿Qué curación será más dudosa, la de quien no ve o la del que ve y, sin embargo, no ve? ¿Qué es más difícil, despertar a uno que está dormido, o despertar a uno que, despierto, sueña que está despierto? 



¿Qué espectáculo es más lamentable: el que inmediata y absolutamente conmueve hasta el llanto, a saber, el espectáculo de quien ha sido desdichadamente engañado en el amor, o bien ese, que en cierto sentido invita a la risa, de quien se engaña a sí mismo, cuya necia presunción de no estar engañado sería ridícula y como para reírse a su costa, si en este caso la ridiculez no fuera una expresión todavía más pronunciada del pavor que constata que aquel no es merecedor de lágrimas? 



Engañarse a sí mismo en el amor es lo más espantoso que puede ocurrir, constituye una pérdida eterna, de la que no se compensa uno ni en el tiempo ni en la eternidad. Normalmente, cuando se habla de engaños en las cosas del amor, por muy varios que sean los casos, el engañado, a pesar de todo, se relaciona con el amor, y el engaño consiste solamente en que éste no estaba donde se pensaba; sin embargo, el que se engaña a sí mismo se ha excluido a sí mismo, cerrándose al amor. 



También se habla de si la vida le engañó o de si fue engañado durante su vida; pero la pérdida de quien impostoramente se engañó a sí mismo en el vivir constituye una pérdida irreparable. La eternidad puede reservar una compensación generosa incluso para aquel a quien la vida engañó a lo largo de toda su vida; mas el que se engaña a sí mismo se ha impedido él mismo la ganancia de lo eterno. Quien, precisamente a causa de su amor, resultara víctima del engaño humano, ¡oh, qué habrá, con todo y con eso, perdido en rigor, cuando en la eternidad se revele que el amor permanece y el engaño ha cesado! 



En cambio, quien –con ingenio– se engañó a sí mismo, metiéndose con sagacidad en las redes de la sensatez, ¡ay!, por más que a lo largo de toda su vida se considerara feliz en su imaginación, ¡qué no habrá perdido sin embargo cuando en la eternidad se revele que se había engañado a sí mismo! Puede que un ser humano, en la temporalidad, consiga prescindir del amor; quizá consiga que el tiempo vaya escapando sin descubrir el autoengaño; quizá consiga, cosa espantosa, permanecer en una quimera jactándose de estar en el amor; pero en la eternidad no podrá prescindir del amor, ni dejará de descubrir que desperdició todo. 



¡Qué seria es la existencia! ¡Y lo más espantoso es precisamente cuando ella, como castigo, permite al consejero de sí mismo que se aconseje, de suerte que se le permita ir viviendo, orgulloso de estar engañado, hasta que un día le sea permitido reconocer la verdad: que se engañó a sí mismo por toda la eternidad!" (p. 21 Editorial Sígueme, Salamanca 2006)

jueves, 4 de febrero de 2016

No hay Tragedia tan Grande, ni Comedia tan Bella.


"No hay tragedia tan grande
Ni comedia tan bella
El Sublime y Excelso
Vino a salvarla a ella." 

Poema sobre el Cantar
http://escritosdealvaro.blogspot.mx/2016/02/el-cantar-de-los-cantares1.html